La cerámica fría consiste en una masa conformada básicamente por fécula de maíz y cola vinílica. Es conocida alrededor del mundo con diversos nombres, dentro de éstos se pueden mencionar biscuit, pasta di mais, masa flexible, entre otras denominaciones.
Es un material con el que es posible moldear volúmenes diminutos y también de enorme tamaño. Sus propiedades son elasticidad, blancura y suavidad.
La masa no necesita horneado, debido a que se seca a temperatura ambiente. Otra de sus cualidades es que a medida que seca pierde aproximadamente de 15 a 25% del volumen original, por esta razón, es importante tener en cuenta las proporciones de lo que se quiere modelar.
La cerámica se puede teñir con temperas, colorantes vegetales, acrílicos y óleos, o también, tras estar seca, el material se puede pintar y conseguir diferentes efectos.
Indice
La Cerámica fría
Historia cerámica fría
El origen de la cerámica fría se remonta a China, a inicios del siglo III d.C. Consistía en una masa de piedra conformada sobre todo por silicatos como el calcio, el potasio y el sodio, y la arcilla blanca. Se conoce por su dureza, aspecto transparente y la blancura.
Este material se llevó a Japón mediante Corea, durante el siglo XVI, que fue también un esencial centro de desarrollo y producción. Por una larga temporada, Europa trató de imitar la cerámica del oriente.
A inicios del siglo XVIII, en la comunidad alemana de Meissen, un alquimista localizó en las excavaciones de una tumba, un tipo de arcilla blanca con un gran contenido de caolín.
Este estudioso de la alquimia empezó a crear pequeñas piezas con dicha arcilla y consiguió resultados muy parecidos a lo que se denominaba cerámica china.
En la mitad de este siglo, en Francia, se generó una producción de cerámica francesa con un brillo aterciopelado, consiguiendo así una masa sencillamente para la fabricación de decoraciones policromadas en aves y flores.
¿Cómo dar color a la cerámica fría?
Hay dos formas de dar tonalidad a las figuras de cerámica fría. En primer lugar, es factible pigmentar la masa antes de emplearla.
Hay polvos de colores creados de forma específica para este objetivo, sin embargo, también se pueden utilizar pinturas acrílicas u óleos.
Se pone el colorante sobre la superficie del material y posteriormente se amasa bien, de forma que la pigmentación se extienda de forma uniforme. De esta forma, el tono penetra en la cerámica y asegura y óptimo resultado.
La segunda alternativa es pintar luego de que se haya concluido el moldeado, con pinturas al agua o acrílicas. Esto demanda algo más de capacidad manual, debido a que usualmente las figuras son diminutas y las superficies se deben colorear, reducidas. Son necesarios los pinceles apropiados. A cambio, se ahorra pintura, debido a que sólo se pinta la superficie externa y no toda la masa.
Para colocar la pintura de esta manera se debe esperar a que la figura esté seca, tiempo en el que su dimensión se disminuye de forma notable (un 20% o 35%). La cerámica fría tarda unas 24 horas en secarse, un poco más en lugas húmedos. Cuando la masa y la pintura están secas, es aconsejable dar un poco de barniz que brinde más protección.
Cerámica fría: el aliado ideal de las manualidades y la decoración
Este es un material empleado muchas veces para la creación de manualidades, debido a que se presenta como un compuesto muy sencillo de manejar y moldear y posteriormente se seca al aire libre, sin requerir de un horno ni ningún otro procedimiento para endurecerlo.
Se requiere un poco de capacidad o experiencia en las manualidades para controlar su técnica, sin embargo, un poco de práctica es suficiente para empezar a conseguir buenos resultados. Esta clase de cerámica es ideal para la fabricación de muñecos u otras figuras de decoración.