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Biografía de Mozart

Mozart partitura

Con tan solo tres o cuatro años de edad, Mozart era capaz de repetir al piano las melodías que escuchaba en la iglesia, con ocho ya había compuesto una sinfonía y con quince ya contaba con más de cien composiciones en su haber.

Tan interesante como sus 600 obras es, sin duda, su ajetreada vida, marcada por su carácter errático, irreverente y genial, que ha logrado inspirar multitud de novelas y películas, como Amadeus, dirigida por el cineasta Milos Forman en 1984. A todo esto, hay que sumarle su repentina muerte a la edad de 35 años, lo que ayudó a acrecentar la fábula y el misterio en torno a esta figura atemporal e irrepetible.

Incluso llegó a correr por las cortes un rumor que afirmaba, quizá con poco fundamento, que fue envenenado por su archienemigo Salieri. Retazos de un legado fascinante y absorbente a la que pretendemos asomarnos en las próximas líneas.

¿Quién es Mozart?

Wolfgang Amadeus Mozart, el músico más influyente y famoso de la historia junto a Beethoven, comenzó a mostrar sus dotes interpretativas y compositivas a muy temprana edad. Con tres años ya era capaz de distinguir con pasmosa facilidad las sucesiones armónicas del clavicordio, además de tocar de oído algunas de las piezas más bellas y complejas de piano. Como niño precoz, su intensa carrera musical dio el pistoletazo de salida dos años más tarde, recorriendo de la mano de su hermana Nannerl, de inusitado talento también, las más célebres cortes europeas. A los 8 años compuso su primera sinfonía, y a los 14, su primera ópera completa.

Los genios siempre acaban desarrollando ciertas manías, como esa inquina que profesaba hacia la flauta, para la que solamente compuso algún concierto por encargo. Se especula con la posibilidad de que el joven Mozart sufriera el síndrome de Tourette, un trastorno nervioso caracterizado por los comportamientos compulsivos y obsesivos que pudieron llegar a impulsar su prolífica obra. Al igual que tantos otros artistas contemporáneos, vivió buena parte de su vida aquejado por la penuria económica, lo que le llevo a ser enterrado en una tumba comunitaria sin ninguna lápida identificativa ni epitafio.

Infancia

Nació en Salzburgo, Austria, el 27 de enero de 1756, como fruto del matrimonio entre Leopold Mozart y Anna Maria Pertl. La vocación del pequeño Mozart vino probablemente inculcada por su padre, compositor y violinista, que el mismo año de su nacimiento publicaría una manual de referencia para la iniciación en el violín. Los cuadros de la época, en los que se representa a la familia, dibujan a un Mozart feliz y motivado. Era el séptimo de una familia numerosa de siete hermanos, que crecieron imbuidos en un ambiente donde la música tenía un papel protagonista, permeando íntegramente los aspectos de su realidad cotidiana.

Pasó sus primeros años en una Salzburgo convulsa, azotada por los desastres económicos propiciados por las cruentas guerras civiles del siglo XVI, en una ciudad regida por la figura feudal del arzobispo, al mismo tiempo que surgían nuevas dinámicas que empujaron a una floreciente burguesía a inmiscuirse en asuntos sociales y políticos. Esta semilla convertiría a Mozart en un joven contestatario que continuamente ponía en entredicho la autoridad, lo que granjería serios problemas a su padre. Leopold, desde el primer momento, se volcó en la educación musical de sus hijos, para los que tenía preparado un puesto en la corte del príncipe de Salzburgo.

Se puede decir que todos, sin excepción, poseían un aventajado talento, pero rápidamente se descubriría que Mozart era el alumno aventajado. Con cuatro años leía notas sin ninguna dificultad, y tocaba minués con la misma facilidad. La memoria prodigiosa del aquel infante le permitía repetir melodías de piano que había escuchado en la iglesia, y de apreciar con suma precisión las armonías presentes en la partitura. Un año más tarde, Leopoldo descubriría, fruto del azar, en el cuaderno de su hijo, las primeras composiciones Mozart, escritas en una ilegible caligrafía infantil que, sin embargo, parecían correctamente ejecutadas.

No menos sorprendente era la habilidad de Nannerl, su hermana, que acompañaría a Mozart en sus primeras interpretaciones públicas. Leopold estaba entusiasmado con el virtuosismo de sus vástagos, lo que le hizo dedicarse en cuerpo y alma a su educación. Renunció sin titubear a su propia ambición personal, dirigiendo con mano de hierro la carrera musical de los jóvenes concertistas. Pese a que Mozart era a todas luces un genio, la sombra diligente del padre siempre estuvo presente, algo que cronistas de la época le reprocharon, dada la frágil salud del niño, que según testimonios de la época, lucía una piel extremadamente pálida.

El príncipe, que hacía las veces de mecenas, les procuró un colchón económico que les posibilitó viajar por toda Europa en giras interminables y cada vez más exigentes. Desde 1762 hasta 1766 se embarcaron en una larga travesía por Alemania, Gran Bretaña, Francia y Países Bajos, mostrándoles al mundo lo que posteriormente se exhibiría como el sumun del clasicismo musical, un ideal de belleza basado en el equilibrio, que se alejaba del estilo caótico, confuso, triste y artificioso que predominó en el barroco. El mismo año en el que comenzó su andadura por las cortes europeas, Mozart propuso matrimonio en Versalles a la futura reina Maria Antonieta.

La situación, que tuvo lugar en el Palacio Imperial de Hofburg, la que fuera residencia oficial de los archiduques de Habsburgo, sucedió de manera un tanto cómica y anti protocolaria. El pequeño Mozart cayó tropezando en las faldas de Maria Antonieta, y al ir ella a levantarlo, él, en un arrebato de ingenuidad, le prometió casarse con ella, aunque la emperatriz tenía otros planes para su hija, más acordes a su estatus. Concluida la primera de las giras en 1766, daría el salto a Austria, y más tarde, en 1771, a Italia, donde Martini se encargaría de su protección e ingreso en la prestigiosa Accademia Filarmonica.

Durante toda su vida, Mozart fue un nómada que recorrió multitud de países en búsqueda de la excelencia, siempre espoleado por su padre. Todo este peregrinaje le serviría para conocer a los músicos y maestros más eclécticos de su época, que le enseñaron estilos y técnicas extranjeras que fraguarían un refinado y cautivador estilo. La asimilación musical en Mozart era innata, de otro mundo, y pronto empezaría a componer minués y sonatas, para más tarde dar paso a las sinfonías y, finalmente, a grandilocuentes óperas, bien remuneradas, aunque de escaso interés para su singular sensibilidad.

Mozart regresaba a Salzburgo el 16 de diciembre de 1771, encumbrado por el furor que había conseguido cosechar en Italia. Tenía 15 años, y ya contaba en su haber con más de cien composiciones. La realidad de Salzburgo había cambiado, y el nuevo arzobispo, Colloredo, abjurando del feudalismo, se erigía como un reformista ilustrado, transformando a los criados en una suerte de funcionarios públicos. Paradójicamente, Mozart no parecía sentirse muy cómodo ante este cambio de tercio, añorando el trato paternalista y benevolente del antiguo arzobispo, en contraposición a los aires condescendientes del nuevo líder.

Madurez musical

Aquí se da el punto disruptivo en su carrera, que separa el niño prodigio del Mozart maduro musicalmente. Siempre a contracorriente, promulgó innovadoras sinfonías, con una brillantez instrumental nunca antes vista, rompiendo con los cánones imperantes, aunque, como suele ocurrir en estos casos, no del gusto de los oídos acomodados de la vieja corte. En la La jardinera fingida, reconcilia el drama y la bufonada, convirtiéndose en una de sus obras más exitosas, que si bien es cierto, se ciñó a la moda y convencionalismo vigentes. Este fantasma le persiguió durante toda su vida, pues su espíritu indómito, ansiaba sobre todas las cosas, componer en libertad, rehuyendo de las encorsetadas estructuras musicales provincianas que se imponían de manera vehemente en la ciudad.

Monumento a Mozart
Monumento a Mozart, en Viena

Entretanto, residió entre Italia y Viena, al mismo tiempo que producía música por encargo; básicamente sacra, aunque tuvo tiempo de componer sonatas, cuartetos de cuerda y otros divertimentos. Tras una breve estancia en Munich, recibió autorización de Colloredo para emprender una nueva gira, en la que trataría de atesorar los buenos momentos de éxito de su infancia en París. Desembarcó allí en 1778, pero se dio de bruces con una realidad latente: ya no era el joven portento que obnubilaba al público gracias a su corta edad. La madre, Anna Maria, que le había acompañado en este viaje, fallecería poco después, lo que contribuyó a deteriorar la relación con su padre.

La pena, sumada a los problemas económicos, sumieron a Mozart en un letargo, que se acrecentó tras el rechazo de Aloysia Weber, una prometedora cantante que no logró ver en el músico una seguridad en el futuro a su lado. Consternado, pasaría los próximos dos años bajo el yugo esclavizante de la conferencia episcopal, pero llegaría uno de los momentos estelares de su carrera; el encargo procedente de Múnich de la sublime ópera Idomeneo, que vio superada todas las expectativas del público. Las relaciones con el arzobispo Colloredo se enfriaron, llegando al punto de la insubordinación, lo que empujó a Mozart a presentar una carta de renuncia formal.

Aceptada misiva sin dilación, y libre de toda carga, Mozart residiría el resto de su vida en Viena. Allí se configuraría como el precursor del artista moderno del romanticismo, un sueño cumplido que, como muchos sueños, pronto se tornaría en pesadilla. La aspiración máxima del compositor pasaba por desarrollar su obra sin el mecenazgo de una corte elitista y estúpida que cercenaba su capacidad imaginativa. Los primeros años fueron fructíferos, recibiendo el encargo del emperador José II de Austria para componer su prime gran éxito: El rapto en el serrallo, que lo alzó como el compositor más notable de la escena austriaca.

Posteriormente, el 4 de agosto de 1782, Mozart contraería matrimonio con Constance Weber, una dulce muchacha, de alegre corazón y cierta ingenuidad, que no atisbaba la profunda complejidad del espíritu de su marido. Crónicas de la época atestiguan que las infidelidades entre ambos eran frecuentes, aunque a pesar de estos contratiempos, permanecieron unidos hasta la repentina muerte del artista. Decidieron instalar en un lujoso piso en el centro de Viena, que pronto sería testigo de un ir y venir incesante de gente dispuesta a divertirse mediante el baile, la música y el jolgorio hasta el amanecer. Es sabido el afán derrochador del músico, lo que traslucía no solamente en sus desmedidos gastos, sino también en la forma en la que se entregaba a la música y el amor.

El crepúsculo de un ídolo

Del mismo modo que Viena lo descubrió al mundo, lo enterró. Las deudas, el excesivo tren de vida y los vaivenes emocionales, hicieron mella en su espíritu, relegándolo al ostracismo musical y social, en lo que se conoce como la época oscura y decadente del músico. Afligido por la enfermedad, dedicó sus últimos años a componer, a la vez que impartía clases particulares, vocación que nunca tuvo y que le irritaba sobremanera. Cambió de casa en varias ocasiones, y lo que antes era un salón bullicioso, al que acudía la flor y nata de la ciudad, se transfiguraba en una pequeña sala, donde la pareja sacaría a relucir sus más bajos instintos. Aun en estas circunstancias tan aciagas, Mozart compondría las óperas más laureadas de su corta pero intensa trayectoria: Don Giovanni, Così fan tutte y la célebre La flauta mágica, que lo consagraría como una de las mentes más brillantes de la historia de la música.

Antes del estreno de La flauta mágica, su maltrecha salud acabó por romperlo, presentando síntomas de lo que se sospecha era uremia, un trastorno de los riñones por aquel entonces intratable. Alimentando la romántica leyenda del ídolo de masas, se apresuraron a decir que Salieri, un músico de éxito movido por la envidia, había envenenado a Mozart, pero nada más lejos de la realidad. Esta trama no parece que pueda ser sostenida por la historiografía, aunque sí estimuló la leyenda.

Postrado en la cama, escribiría su gran obra magna, Réquiem, que quedaría inconcluso tras su fallecimiento el 5 de diciembre de 1791, a los 35 años. Debido a su precaria situación económica, su inestimable amigo Gottfried van Swieten se ocuparía personalmente de los gastos y la organización del funeral.


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Referencias, créditos & citaciones APA
Revista educativa CursosOnlineWeb.com. Equipo de redacción profesional. (2022, 10). Biografía de Mozart. Escrito por: Javier García. Obtenido en fecha 12, 2024, desde el sitio web: https://cursosonlineweb.com/biografia-de-mozart.html

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