¿Qué es el renacimiento?
El nacimiento de la civilización renacentista del siglo XV y XVI coincide históricamente con los acontecimientos que marcan la transición de la Edad Media hasta la época moderna: el florecimiento de las monarquías europeas, los descubrimientos geográficos, la invención de la imprenta, la Reforma protestante. Estos hechos encuentran expresión en la formación de los Estados en el nivel político y en el ascenso de la burguesía mercantil en el nivel económico social.
Y es precisamente en el contexto de la nueva civilización urbano-burguesa, primero florecida en Italia, donde se crean las condiciones sociales para fomentar el nacimiento de la nueva cultura humanista-renacentista.
El humanismo renacentista representa la elaboración de una nueva cultura que refleja la actitud cambiada del hombre hacia la vida y el mundo.
El conocimiento escolástico tradicional, su visión estática del hombre y su actitud contemplativa hacia el mundo ahora parecen incapaces de expresar la nueva conciencia social. La Iglesia pierde su dominación centenaria en la dirección de la cultura, que pasa a los laicos, y la burguesía de la ciudad.
¿Cuáles son las características del renacimiento?
La herramienta básica de este resurgimiento (el origen del término es religiosa: el renacimiento del hombre nuevo) es el retorno al principio de que, a diferencia del antiguo neoplatonismo, asume un significado humano y no vuelve a Dios a través del principio, el hombre se realiza en su naturaleza profunda.
El núcleo de la antropología clásica del renacimiento radica en la afirmación «homo faber ipsius fortunae«, con el que van a decir que la prerrogativa del hombre radica en la creación de sí mismo y de su propio destino en el mundo. Mientras la Edad Media creía que el hombre era parte de un orden cósmico ya dado, el Renacimiento cree que el hombre debe construir su lugar en el ser.
Mientras que en las filosofías modernas esta concepción del hombre adquirirá un significado antirreligioso, en el Renacimiento coexiste con la idea de un Dios creador.
Para el Renacimiento no se plantea la alternativa entre el hombre y Dios porque creen que dentro de un marco conceptual que reconoce el hombre y Dios, diferenciándolo del futuro humanismo ateo (hombre sin Dios), tanto desde formas extremas de religiosidad medieval (Dios sin el mundo).
Mientras que en la Edad Media Dios está en el centro y el hombre en la periferia, ahora el hombre tiende a aparecer en el centro y Dios en la periferia.