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Biografía de San Pablo Apóstol

Biografía del Apostol Pablo

Saulo de Tarso, citado a menudo como San Pablo Apóstol y conocido entre los feligreses católicos con el nombre de San Pablo, fue el fundador del cristianismo primitivo. Tras una primera etapa de su vida en la que se instituyó como feroz perseguidor de aquella secta judío-herética primigenia, sufrió una relevación camino de Damasco al caerse de su caballo, según se relata en Hechos de los Apóstoles, al final del Evangelio de Lucas. Desde entonces Saulo, bautizado como San Pablo, abrió el cristianismo a los gentiles.

La mayoría de las crónicas apócrifas recogen hechos contradictorios sobre sus orígenes, aunque sí sabemos que era un fariseo perteneciente a la tribu de Benjamín, y que dentro de su familia existía algún cristiano converso. No exagero al afirmar que San Pablo es el artífice principal de la expansión del cristianismo en el mundo y el responsable de que Roma, tan solo dos siglos después, adoptara oficialmente la nueva religión, convirtiéndose en la más importante de la historia con el devenir del tiempo.

Tras las huellas de San Pablo

Antes de deshilachar la maraña que supone la herencia dejada por el santo, es pertinente apuntalar las fuentes fundamentales, entre las que cabría destacar las catorce Epístolas atribuidas a su persona y dirigidas a las diversas comunidades cristianas, amén del Nuevo Testamento: los Hechos de los Apóstoles.

Parece existir un criterio unificado que pone en tela de juicio la autoría paulina de ciertas epístolas, sobre todo la primera y la segunda, remitidas a Timoteo y Tito respectivamente. Cuando existen disonancias narrativas entre las cartas pastorales y los Hechos, suele darse veracidad a las primeras, por lo que basaremos su biografía en estas.

Apóstol San Pablo, pintado por El Greco
San Pablo, pintado por El Greco

Saulo, el que constituía su nombre hebreo, nació sobre el año 3 a.C, en el seno de una familia bienvenida de judíos fariseos que se dedicaban a la artesanía, ostentando el estatuto jurídico de ciudadanos romanos de pleno derecho. Este privilegio les permitía participar en sufragio (ius suffragiorum) y presentarse como cargos electos para desempeñar funciones públicas (ius honorum).

Dada esta posición acomodada, luego de haber dado sus primeros pasos en la comunidad hebraica en su lugar natal, marchó a Israel, a la escuela donde impartían clase los más aclamados doctores de la Ley, entre los que se encontraban el rabino Gamaliel.

Allí pudo adquirir una sólida formación en diversas ramas del conocimiento, que le llevaron a profundizar en la teología, la filosofía, los fundamentos jurídicos, mercantiles y lingüísticos, dominando varios idiomas; el griego, arameo, latín y hebreo. Sin ningún género de dudas, este bagaje lo convertía en el más ilustrado de los apóstoles, poniéndolo entonces al servicio del Evangelio.

Probablemente, no residía en Jerusalén en el año 30, fecha en la que Jesús de Nazaret fue crucificado, acusado de subversión y agitador de masas. No obstante, si se situaba en la ciudad santa seis años más tarde, cuando el mártir diácono Esteban fue lapidado impíamente.

Alineado con la férrea disciplina ortodoxa de la que había mamado desde su más tierna infancia, Saulo se revelaba como un inflexible azotador del cristianismo, el cual, se consideraba una suerte de secta herética. Sus ideas formaban parte indisoluble de su médula espinal, lo que le condujo, para vergüenza y arrepentimiento ulterior, a presenciar la lapidación de Esteban, e incluso a vigilar los vestidos de los asesinos.

Posteriormente, los jefes y sumos sacerdotes de Israel le encomendaron la misión de buscar y aprender de los devotos de Jesús en Damasco, el falso profeta, que aun muerto, conseguía alumbrar la conciencia humana.

Epifanía: camino a Damasco

Camino a la ciudad de Damasco, presuntamente a lomos de un caballo, ya que este no se menciona explícitamente ni en la Biblia ni en el Evangelio de Lucas, pese a que se encuentra perfectamente integrado en la mitología popular, sufre una espontánea epifanía.

Conversión del apostol San Pablo
Conversión en el camino para Damasco, pintado por Caravaggio

Cae al suelo, dándose de bruces contra él, y de manera fulgurante aparece la voz de Cristo desde el cielo que le interroga: —«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?», a lo que Saulo, en un ejercicio cuasi divino de precognición, contesta: —«¿Quién eres, Señor?». Este episodio neotestamentario queda plasmado en negro sobre blanco en Hechos de los apóstoles, más concretamente en la Primera epístola a los corintios. Jesús, irrumpiendo a través de las nubes, le reprochó su actitud y le confió la tarea de predicar su palabra entre los gentiles.

Como resultado de esta experiencia mística vivida en el camino a Damasco, Saulo de Tarso, que hasta ese momento se había empeñado en perseguir encarnizadamente a la Iglesia de Dios y por extensión, a sus adeptos, cambió radicalmente de pensamiento, más no abandonó del todo sus raíces judías. No en vano, este suceso representa uno de los acontecimientos fundamentales en la edificación de la Iglesia como institución perdurable y hegemónica.

Cuentan que Ananías, un sacerdote judío, logró curar la ceguera de Pablo producida por la visión divina, imponiéndole sus manos y obrando así el milagro, siendo a continuación bautizado.

En su afán desmedido por desbaratar los postulados de la Iglesia Católica, en los años 50, se dieron a conocer informes científicos que sostenían la hipótesis de que Pablo de Tarso y sus experiencias extáticas, podrían estar relacionadas con la epilepsia del lóbulo temporal. Se propusieron un total de seis posibles causas para ese estado catártico. Sin embargo, resultó un ejercicio estéril, puesto que se antoja imposible conocer en detalle el estado de salud físico de una persona que vivió en el comienzo de nuestra era.

Predicación de San Pablo Apóstol
Predicación de San Pablo, vitral de Joseph Ehrismann

Emprendió su ministerio en Damasco y Arabia, nombre que hacía alusión al reino nabateo, cayendo presa de la persecución del etnarca Aretas IV, hecho que suele ubicarse entre los años 38 y 39, y excepcionalmente antes del 36. Obligado a abandonar la ciudad clandestinamente, según relata la leyenda, descolgándose de un enorme cesto desde lo alto de las murallas, Pablo regresó nuevamente a Jerusalén, encontrándose con los jefes de la Iglesia, San Pedro y el resto de los apóstoles. Tuvo que camuflarse y tratar de pasar inadvertido, porque aún permanecía imborrable el recuerdo de sus años como perseguidor.

Ante un descrédito notable que, por otra parte, se había ganado a pulso, San Bernabé, con el que tenía un grado de parentesco, lo presentó y avaló ante la comunidad cristiana. Regresó poco después a la ciudad que lo vio nacer, Tarso, instándose allí para predicar la palabra de Jesucristo hasta el año 43, cuando Bernabé se personó con urgencia en su morada. La hambruna parecía haberse cebado inmisericorde con Palestina, lo que motivó que Pablo y Bernabé fueran enviados a la ciudad de Antioquía, en Siria, donde los seguidores de Jesús de Nazaret, ya apodados como cristianos, prestarían víveres para trasvasarlos a Jerusalén.

El mundo por montera: los viajes misioneros

Primer viaje

Inicia así, desde Antioquía, una serie de viajes misioneros que lo guiarán por Chipre y otras localidades de Asia Menor. Precisamente en Chipre, recoge los primeros frutos de su trabajo, logrando la conversión de la ilustre figura del procónsul del Imperio Romano Sergio Paulo. El mago Elimas, que se hallaba dentro de su séquito, trató inútilmente de persuadir a Sergio Paulo, lo que desató la iracunda furia de Pablo, quien lo dejó ciego, presentando prueba irrefutable del advenimiento del mesías.

Desde Pafos, se embarcaron con rumbo a Perge, momento en el que Saulo se desprende de su nombre hebreo, y adopta finalmente el cognomen latino de Paulus. La raza judía abjuraba del anuncio del evangelio, lo que empujó a Pablo a dirigirse de ahora en adelante a los gentiles.

Se podrían contar con los dedos de una mano los hebreos que tuvieron a bien aceptar sin remilgos la palabra de Pablo. En consecuencia, decidió centrarse en las gentes ajenas a la religión monoteísta hebraica, o como exclamaban los judíos de manera despectiva; los gentiles.

A priori, puede parecer que la aventura estuvo desprovista de dificultades, pero Pablo libró la muerte en más de una ocasión, como ocurrió en Listra, donde pudo escapar porque sus captores pensaron erróneamente que había muerto.

Después de su primera misión, y en lo que duraba su estadía en Antioquía, partió decididamente a Jerusalén, para asistir al Concilio de los Apóstoles.

Las cuestiones que pretendían dilucidarse eran de un calado mayúsculo, pues rompían de facto con la tradición judía, diferenciándose y anunciando una nueva Iglesia con inéditos preceptos. San Pablo, en un acervo de humanismo cristiano sin precedentes, impuso la tesis de que los cristianos gentiles debían ser iguales a los judíos, postura enfrentada a la Ley mosaica y que exponía la redención operada por Cristo y el rechazo furibundo a estas prácticas judaicas. Entre otras cosas, se prohibía la circuncisión a los conversos no gentiles, liberando al cristianismo que había estado furtivo de las raíces judías, iniciándose el apostolado universal.

Estatua del apostol Pablo
Estatua de San Pablo, Basílica de San Pedro

Segundo viaje

Para su segundo viaje (50-53) conto con la compañía de Silas, partiendo desde Antioquía y atravesando las tierras de Cilicia y Siria, concluyendo el periplo en Listra y Derbe, ciudades situadas al sur de Galacia, para más tarde visitar Macedonia y Acaya.

San Pablo no dejó pasar la ocasión para recorrer Atenas, pronunciando allí el discurso de Areópago, una afrenta a la filosofía estoica. A decir verdad, no consiguió convencer demasiado, pero sí le valió para cultivar su faceta de escritor, al conocer, durante su estancia en Corinto, al que fuera hermano del mismísimo Séneca, el gobernador de la provincia; Gallón.

Tercer viaje

El tercer y último viaje transcurrió sobre todo en Éfeso, en una estancia breve, pero provechosa en la que escribió la primera Epístola a los corintios, entre otras, desarrollando una de las piezas fundamentales de la doctrina teológica, la relativa a la extrañeza y pasmo de la sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios, reflejada en esta cita: «-Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes». Entretanto, preparó, desde Corintio, la Epístola a los romanos, esclareciendo que la salvación solo es posible a través del Evangelio de Jesucristo.

Postrimería de un santo

Marchando para Jerusalén con la una importante colecta a sus espaldas, destinada a abastecer las pobres arcas de su iglesia, fue apresado y mandado encarcelar por Lisia, un quiliarca que lo puso a disposición de Félix de Cesárea, un procónsul romano. Desposeído de su dignidad, pasó dos largos años bajo estricto custodio militar, tiempo que le sirvió para reflexionar sobre su suerte.

Tumba de San Pablo
Tumba de San Pablo (Basílica de San Pablo Extramuros)

Lo embarcaron con destino a Roma, donde sería juzgado por los tribunales de Nerón. Una vez puso un pie en Roma, del año 61 al año 63, San Pablo pasaría sus días en libertad vigilada, incertidumbre que no le detuvo para continuar su prolífica obra, escribiendo tres de sus epístolas:

  • Epístola a los colosenses
  • Epístola a Filemón
  • Epístola a los efesios

Habiendo sido probada su ciudadanía romana, y ante la falta de evidencias que sostuvieran los cargos de los que se le acusaba, se decreta su puesta en libertad.

En el año 66, en Tréade, San Pablo vuelve a ser detenido, en esta ocasión como fruto de la acusación de un falso hermano. Encerrado en una cárcel andrajosa, perfila la más emotiva de sus cartas, la segunda Epístola a Timoteo, en la que apasionadamente expresa su deseo de sufrir como un mártir por Cristo, entregando su vida por la Iglesia.

Abandonado y ultrajado por sus semejantes, aguarda la muerte, la cual se produjo un año más tarde en los aledaños de la carretera de Roma a Ostia, sobre la Abadía de las Tres Fontanas. Como ciudadano romano de pleno derecho, se le condenó a la pena de muerte, siendo degollado, según marcaba la tradición.


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Referencias, créditos & citaciones APA
Revista educativa CursosOnlineWeb.com. Equipo de redacción profesional. (2013, 05). Biografía de San Pablo Apóstol. Escrito por: Javier García. Obtenido en fecha 11, 2024, desde el sitio web: https://cursosonlineweb.com/biografia-del-apostol-pablo.html

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