El calor específico se fundamenta en el término capacidad calorífica, que consiste en la cantidad de energía térmica que se requiere para modificar la temperatura de una sustancia.
En otras palabras, es descrita como las características extensivas de la materia, y por consiguiente es una propiedad que necesita de forma proporcional de la masa o la cantidad del elemento.
Esta capacidad específica, mejor conocida como calor específico, es descrita por los expertos como la habilidad calorífica para una unidad de masa específica. En el Sistema Internacional, se entiende como la capacidad de calor para un kilogramo de una sustancia y para un incremento de la temperatura de un grado de kelvin.
El Agua
El agua es considerado el recurso natural más importante para la conservación de la vida en la Tierra, puesto que sin ella ningún ser vivo puede subsistir.
El agua conforma el 70 por ciento de la superficie del planeta, equivalente a las tres cuartas partes, y la misma se presenta en la forma de lagunas, ríos, lagos, océanos, vertientes y mares. Consiste en una sustancia química formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, plasmada en la fórmula H2O.
Una de las características principales del agua es que no posee, olor, color ni sabor, o sea, es insípida, inodora e incolora. Está en el ser humano en mayor proporción y con una presencia prácticamente imprescindible para la vida.
Los científicos han determinado que al nacer, los niños tienen un 75 por ciento en su organismo, mientras que los adultos poseen el 60%. Este elemento en el cuerpo humano es intracelular en un 60 por ciento, ya que está en el interior de las células; el otro porciento se encuentra en la sangre bañando los tejidos.
El cuerpo puede perder agua por diversas vías: la piel, la orina, la respiración, la defecación, sin embargo, recupera lo perdido con el consumo de bebidas y alimentos para así impedir la deshidratación.
Calor específico del agua
En condiciones normales, un kilogramo de agua requiere un kilocaloría para que la temperatura incremente 1 grado Celsius, o sea, 1 kcal/°C·kg, lo cual en el Sistema Internacional es igual a 4184 J/(K·kg).
La ciencia ha determinado que el calor específico de este elemento es mucho más alto que cualquier otra sustancia habitual. Un ejemplo de esto es que si se coloca un recipiente con agua en un día soleado, se calentará y se volverá templada, sin embargo, no se podrá cocinar algo en ella, en tanto que si se deja una barra de metal, posiblemente no se congele, puesto que quemará.
El incremento del calor del agua está vinculado a los puentes de hidrógeno, una clase de interacción molecular que se dan entre las moléculas de agua y que es tan elevada que se requiere aportar mucha energía para que vibren y que se incremente la temperatura.
Importancia en la regulación meteorológica
Que el agua tenga una capacidad calorífica tan elevada no es únicamente un dato curioso, también es una característica muy esencial que beneficia de forma sustancial a la normalización del clima. Por tener tan elevado calor, las enormes masas de agua organizan las fluctuaciones exageradas, en especial de la temperatura.
Por ejemplo, en un lago, el calor conserva la temperatura media del agua relativamente incesante entre la noche y el día. Esta condición se puede llevar a escalas superiores. En ese contexto, los mares, océanos y lagos normalizan las fluctuaciones y categorías de temperaturas en grandes zonas.
Consiste en un agente ambiental y meteorológico esencial en las áreas insulares y costeras. Las ciudades próximas a enormes masas de agua se calientan de forma más lenta y así mismo se enfrían, por lo que se presentan menos temperaturas extremas y fluctuaciones.
