El término bullying es un anglicismo que todavía no ha sido aceptado por la RAE. Su origen etimológico es complejo. Por un lado, el término inglés bully se usa para referirse a los “matones”, personas violentas que acosan a otras.
No obstante, otra versión afirma que viene del holandés boel o boele, que significa “amante”, pero en términos de proxenetismo. En todo caso, el contexto común sugiere que el vocablo se utilice para denominar a alguien que abusa de otro.
A pesar de que no tiene un significado oficial, suele tomársele como sinónimo de acoso escolar. EL bullying es un comportamiento agresivo de índole verbal, física, social o psicológica. Es repetido por una persona o grupo dirigido hacia una persona o grupo menos poderoso. Tiene la intención de causar daño, angustia o miedo.
El bullying puede ocurrir durante o después de las horas escolares. La mayoría del bullying reportado ocurre dentro del edificio de la escuela. Sin embargo, un porcentaje significativo también ocurre en lugares como en el patio de juegos o el autobús escolar.
También puede ocurrir bullying al ir o venir de la escuela, en el vecindario de los jóvenes o por Internet. Son manifestaciones del bullying: Hacer amenazas, difundir rumores, ataques físicos y/o verbales y excluir a alguien de manera intencionada.
Indice
Tipos de Bullying
Al escuchar la palabra bullying, la mayoría de las personas se imaginan a niños o adolescentes golpeándose entre ellos. Sin embargo, el acoso físico es sólo uno de los tipos de bullying que existen. A continuación se presentan los cinco tipos de bullying más comunes:
Bullying físico
El bullying físico es la forma más obvia de acoso. Ocurre cuando los niños o adolescentes emplean acciones físicas para ganar poder y control sobre sus objetivos. Los agresores físicos tienden a ser más grandes, más fuertes y más agresivos que sus compañeros. Ejemplos de bullying físico incluyen patadas, golpes, puñetazos, empujones y otros ataques físicos.
A diferencia de las otras formas de intimidación, el bullying físico es el más fácil de identificar. Por lo tanto, es lo primero que piensan las personas cuando se les habla de bullying o acoso. Además, históricamente ha recibido más atención de las escuelas que otras formas más sutiles de bullying.
El bullying físico puede provocar daños tanto a corto como a largo plazo. Más de 60.000 niños son admitidos cada año a la atención de emergencia hospitalaria en Australia debido al bullying físico.
Bullying verbal
Los autores del bullying verbal usan palabras, declaraciones y sobrenombres para ganar poder y control sobre su objetivo. Típicamente, los acosadores verbales usarán insultos implacables para menospreciar, degradar y lastimar a otra persona. Ellos eligen sus objetivos basados en la forma en que lucen, actúan o se comportan. También es común que los acosadores verbales seleccionen niños con necesidades especiales.
El bullying verbal es a menudo muy difícil de identificar, porque los ataques suelen ocurrir cuando no hay adultos alrededor. Como resultado, frecuentemente es la palabra de una persona contra la de otra. Además, muchos adultos sienten que las cosas que los niños dicen no tienen un impacto significativo. Debido a ello, suelen decir a la víctima de bullying que «ignore» a su agresor.
Contrario a la creencia popular, extensas investigaciones han demostrado que el bullying verbal tiene consecuencias graves. De hecho, puede dejar profundas cicatrices emocionales en la persona agredida.
Agresión relacional
La agresión relacional es un tipo furtivo e insidioso de bullying, que suele pasar desapercibido a los padres y maestros. También denominado “bullying emocional”, la agresión relacional es un tipo de manipulación social. En ella, los preadolescentes y adolescentes intentan lastimar a sus compañeros o sabotear su posición social.
Los agresores relacionales a menudo marginan a otros de un grupo, difunden rumores, manipulan situaciones y rompen confianzas. El objetivo detrás de la agresión relacional es aumentar su propia posición social controlando o intimidando a otra persona.
En general, las niñas tienden a utilizar la agresión relacional más que a los varones, especialmente en la secundaria. Como resultado, las niñas que participan en la agresión relacional a menudo son llamadas “chicas malas”. Un adolescente en el extremo receptor de la agresión relacional probablemente será molestado, insultado, ignorado, excluido e intimidado.
Aunque la agresión relacional es común en la escuela media, no se limita a los preadolescentes. De hecho, algunos jefes son agresores relacionales en su lugar de trabajo.
Acoso cibernético (Cyberbullying)
Cuando un adolescente usa Internet, un smartphone u otra tecnología para hostigar, amenazar o avergonzar a otro, se denomina cyberbullying. Si un adulto está involucrado en el acoso, esto se denomina hostigamiento cibernético o cyberstalking. Ejemplos de acoso cibernético incluyen publicar imágenes dañinas, hacer amenazas en línea y enviar correos electrónicos o textos perjudiciales.
Debido a que los adolescentes y los preadolescentes están siempre «conectados», el acoso cibernético es un problema creciente entre ellos. También ha ganado fuerza debido a que los agresores pueden acosar a sus objetivos con menos riesgo de ser atrapados.
Los agresores cibernéticos a menudo dicen cosas que no tienen el coraje de decir cara a cara. Esto debido a que la tecnología les hace sentir anónimos, aislados y desapegados de la situación. Como resultado, el acoso en línea es a menudo odioso y cruel.
Los objetivos de cyberbullying, en cambio, sienten que el mismo es invasivo e interminable. Los acosadores pueden llegar a ellos en cualquier momento y lugar, incluso en la seguridad de su propia casa. Por lo tanto, las consecuencias del cyberbullying son significativas.
Bullying sexual
El acoso o bullying sexual consiste en acciones repetidas, dañinas y humillantes que apuntan a una persona sexualmente. Ejemplos incluyen sobrenombres sexuales, comentarios crudos, gestos vulgares, toques sin consentimiento, proposiciones sexuales y muestra de material pornográfico.
Un acosador podría hacer un comentario grosero sobre la apariencia de una niña, su atractivo, desarrollo sexual o actividad sexual. En casos extremos, el bullying sexual abre la puerta a la agresión sexual.
Las niñas son a menudo el blanco del bullying sexual, tanto por los niños como por otras niñas. Los chicos podrían tocarlas inapropiadamente, hacer comentarios groseros sobre sus cuerpos o hacerles proposiciones. Las chicas, por otro lado, podrían apodar otras chicas como «puta» o «zorra» e insultarlas por su apariencia o cuerpo.