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Biografia de Socrates

Vida de Socrates

Sócrates, convenientemente apodado por Platón como El Tábano, en una alusión a su capacidad subversiva que lograba incomodar a los actores políticos atenienses contemporáneos, se percibe como una de las figuras principales de la historia del pensamiento occidental. Tanto es así, que el punto disruptivo que separa la filosofía griega antigua de la venidera recibe el nombre de presocrática.

Curiosamente, su legado es apócrifo, ya que no dejó ninguna obra escrita, surgiendo serias dudas acerca de la autoría de algunos escritos tradicionalmente atribuidos a su persona. A pesar de todo, sentó las bases de la ética, creando una escuela de la que más tarde Aristóteles y Platón recogerían el testigo. De clarividencia inspiradora, Sócrates es considerado el precursor del método inductivo, que dicta que la verdad permanece latente en la mente de cada ser humano.

Sólo sé que no sé nada

Esta sentencia pronunciada por Sócrates ha conseguido elevar la filosofía a una categoría universal. Del mismo modo, su vida sigue presentando más incógnitas que certezas.

Nació en Atenas, fruto del matrimonio entre una comadrona y un escultor, Faenarete y Sofronisco respectivamente, alrededor del año 470 a.C.

Al igual que muchos otros de sus coetáneos, decidió emprender una carrera tomando como referente a su padre, convirtiéndose en escultor. Recibió una exquisita educación a cargo de las mentes más ilustres de su época, entre las que cabría destacar a Anaxágoras, absorbiendo por el camino las doctrinas de los filósofos eleáticos: Parménides, Jenófanes y Zenón, además de pertenecer a la escuela de Pitágoras.

Según Plutarco, el conocido historiador y biógrafo griego, el padre de Sócrates recibió el imperativo divino a través del oráculo de dejar crecer a su hijo libre, sin ataduras ni intermediaciones. Aun así, no renunció a sus obligaciones como ciudadano, sirviendo como soldado de infantería en la Guerra de Samos, que enfrentó a la Polis de Atenas y la isla de Samos. Sus hazañas militares tuvieron lugar en la batalla de Potidea, Delio y Anfípolis, revelándose como un aguerrido combatiente.

Quiso mantenerse alejado del ente público, al menos en lo que respecta al activismo político, pues pensaba que su servicio al pueblo ateniense debía circunscribirse al ámbito de la filosofía. Alcibíades, uno de los estadistas más importantes de su tiempo, fue discípulo y amigo de Sócrates, al cual tenía en gran estima. Más tarde, ante la prematura muerte de su padre, quién le procuraría una herencia notable, se desentendió de otros oficios, dedicándose a la vida contemplativa. Para él, y existe un gran consenso en torno a esta idea, la reflexión es el principal objeto de estudio de la filosofía.

Socrates y Xantipa
Xantipa vaciando un orinal sobre la cabeza de Sócrates.

De ahora en adelante pasaría los días modestamente, pero sin preocupaciones económicas, dedicándose en cuerpo y alma a su verdadera vocación; filosofar. Entre tanto, se cree que Sócrates llegaría a contraer matrimonio con Xantipa, mujer con la que engendraría un hijo y dos hijas. La tradición oral y escrita dibujan a una esposa despreciativa con la actividad parsimoniosa de Sócrates, mostrando un comportamiento soez y embrutecido que contrastaba con la sosegada quietud del pensador. Él era un hombre de constitución corpulenta, con un prolongado perímetro abdominal, sobre el cual se erigía un cuello corto que sostenía una cabeza con labios gruesos y ojos saltones, lo que terminaba por conformar un aspecto desaliñado, descuidado.

Sabemos de Sócrates principalmente gracias a tres fuentes:

  • El filósofo Platón
  • El historiador Jenofonte
  • El comediógrafo Aristófanes

Cada uno, ligado de manera irremediable a una disciplina y, por tanto, a una cosmovisión constreñida, retrataba al sabio de una manera distinta. Jenofonte, por su parte, hablaba de un hombre totalmente absorto en sus pensamientos, convencido de que podría destilar el conocimiento y la virtud, motivos elevados que chocaban ante una personalidad ciertamente vulgar en muchos aspectos. Asimismo, Aristófanes se refiere a Sócrates en una de sus sátiras más conocidas, Las nubes, escrita en el 443 a.C, donde caricaturiza la vehemencia y arrogancia discursiva de un idealista que había nacido a la luz de la democracia. En contraposición a esta efigie cruda y descarnada, Platón, en sus Diálogos, refleja a un Sócrates culto y refinado, aunque algo idealizado; no obstante, se considera una aproximación más fiel que las anteriores.

Juicio sumarísimo

Probablemente, si Sócrates viviera hoy día, lo contemplaríamos como un azuzador con severos problemas mentales, un despojo humano al que los medios someterían a escarnio público. Sacarían sus vergüenzas, escarbarían en la cloaca de su vida y lo exhibirían por los platós de televisión como una persona abyecta. En tiempos donde la moral no gobierna, los hombres que, como Sócrates en aquella Atenas en franca decadencia, se atreven a alzar la voz, son ridiculizados, escarmentados y enjuiciados para regocijo de la turba.

Hemos mencionado que Sócrates, pese a demostrar ser un hombre de férreas convicciones patrióticas y religiosas, sufría la desaprobación y desconfianza de sus semejantes, que no dejaban de ver en él una postura herética. El pronunciamiento metafísico acerca de una existencia etérea, que desoía los designios de los dioses, lo convertían en un apóstata. En el año 399 a.C fue acusado de inventar nuevos dioses, y de tratar de corromper la moral de la juventud abjurando de los principios democráticos. Sin embargo, el sabio negó rotundamente estas acusaciones, manifestándose devoto de los dioses eternamente consagrados.

Quizá, planteado así, el juicio parezca un total desatino, aunque según Jenofonte, la causa de fondo que consiguió enarbolar a los mandatarios atenienses tiene que ver más con su discípulo Critias, quien, junto a otros discípulos de Sócrates, conjuraron contra el poder establecido. Encabezaron la facción proespartana que pasaría a denominarse como la de los Treinta Tiranos, alcanzando el poder en Atenas cuando concluyó la guerra del Paloponeso. Las acusaciones que pendían sobre ellos eran gravísimas: matanzas indiscriminadas, diezmando considerablemente la población, confiscación de propiedades y exilio forzoso de los demócratas.

Socrates y Jenofonte
Sócrates manteniendo una discusión con Jenofonte

La Apología de Platón relata con extrema lucidez lo esencial de la defensa de Sócrates, que expuso a los presentes las líneas maestras de su pensamiento. El tribunal de los Heliastas lo condena a muerte, a lo que Sócrates, irónicamente, replicó proponiendo pagar una pequeña multa dada la pequeñez de su labor intelectual. Demostrando un sentido del humor ácido y corrosivo, sugirió que sencillamente lo condenaran invitándole a comer a uno de esos banquetes comunales, diciendo tácitamente lo deplorables que le resultaban. Esta actitud jocosa y desaprendida enfureció al jurado, ratificando la sentencia por absoluta mayoría.

Los amigos de Sócrates acordaron pagar la fianza, e incluso planearon una fuga de prisión, pero el condenado prefirió acatar estoicamente la sentencia, pasando sus últimos días rodeado de los suyos. Sería ejecutado en el año 399 a.C, a los 71 años y mediante el envenenamiento por cicuta, método habitual impuesto por los tribunales griegos. Según Platón, este pudo haber eludido la muerte gracias a una nutrida red de contactos en altas estancias institucionales. Instantes antes de perecer espetó: —“Critón, debemos un gallo a Esculapio, no te olvides de pagar esta deuda”.

Tras su muerte surgieron varias escuelas socráticas, dado que sus discípulos interpretaban de manera variopinta sus doctrinas, desde la Academia platónica, surgieron otras divergentes menores: la cínica, la cirenaica, la megárica y la de Eilis y Etria. A modo de homenaje póstumo, la Academia Moderna de Atenas erigió una estatua en la entrada de la institución.

Sócrates: prisión extramuros
Se cree que Sócrates fue asesinado en la prisión extramuros del Ágora de Atenas

Los socráticos

Sócrates se deshizo de las preocupaciones cosmológicas de sus antecesores, que habían ocupado su tiempo, como Tales de Mileto, en teorizar sobre la influencia de los astros, dando paso al periodo antropológico. Sus enseñanzas orbitaban alrededor de la cuestión fundamental de la moral del conocimiento del bien. Para Sócrates, el conocimiento solo se podía alcanzar después de un profundo ejercicio de introspección, admitiendo ante nosotros mismos la propia ignorancia. El hombre, pues, se ve incapaz de hacer el bien si no lo conoce, o sea, si no cuenta con los recursos necesarios para poder discernirlo.

Igualmente, el ser humano aspira a la felicidad, que se obtiene con la vida virtuosa y, de entre todas las virtudes, la sabiduría se postula como la madre de todas ellas.

Sócrates afirma que nadie obra mal a sabiendas, y que ante una disyuntiva donde se abren dos caminos, uno elige el mal por ignorancia, puesto que esta encierra un engaño. Explicaba que el sabio reconoce la honestidad como un bien inconmensurable, desprendiéndose de ella innumerables beneficios como la confianza, la reputación, la honorabilidad o la estima, atributos muy superiores a las vanidades del hombre perverso: riqueza, matrimonio conveniente o poder. Si, por un casual, el necio tomara conciencia de su propia necedad, desistiría de esa actitud, cultivando la honestidad por encima de todo.

En síntesis, determina que el hombre sabio es indudablemente virtuoso, mientras que el ignorante es a todas luces vicioso. La virtud no es algo que venga por ciencia infusa, innato, sino que debe cultivarse, aprenderse. Así, la sabiduría, la virtud y la felicidad persisten indivisibles, conduciéndonos a la dicha. Los socráticos no son hedonistas, al menos no en el sentido comúnmente aceptado, preponderando el afán de mejoramiento personal, de transformación y, de paso, de la contribución al entorno. Esta máxima busca la perfección humana, la libertad y la autonomía, mediante las cuales conseguiremos la paz interior y el gozo supino, elevándonos y acercándonos a lo divino.


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Referencias, créditos & citaciones APA
Revista educativa CursosOnlineWeb.com. Equipo de redacción profesional. (2022, 12). Biografia de Socrates. Escrito por: Javier García. Obtenido en fecha 11, 2024, desde el sitio web: https://cursosonlineweb.com/biografia-de-socrates.html

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